viernes, 15 de marzo de 2013

Escape o utopía

La resolución verdadera, la que necesitamos, es la que cada quien tiene que asumir, un estado de conciencia de sí mismo, de contextos y de objetivos. Es decir, es romper con todos los mapas individuales o colectivos de aislamiento, comodidad, marginalidad que impiden un contacto más verdadero entre todos. Necesitamos aprender a ser creativos con las diferencias y descubrir el valor de las alternativas.
Uno de los grandes problemas es que el dinero ha traído muchos beneficios pero también muchos problemas, entre ellos la superficialidad que produce una gran distorsión sobre lo que somos y lo que queremos. El modelo de desarrollo económico sólo beneficia a algunos países y toma en cuenta unos cuantos aspectos, olvidándose de que todos tienen derecho. Toda persona nacida en cualquier circunstancia, debería sentir que tiene el derecho a que sus necesidades puedan ser satisfechas, en orden justo, con oportunidades iguales. A la inmensa mayoría no les queda mucho como alternativa, excepto resignarse a pertenecer a un tercer mundo, a un país donde educación, vivienda, salud y trabajo no están garantizadas o están mal diseñadas. Debido a esto muchos han aprendido a permanecer indiferentes en su condición de impotencia y frustración y han inventado otros delitos, para poder llegar a ser importantes como los demás. Venezuela, está condenada a que aquí no pase nada, sino lo que unos cuantos interesados quieren que pase. Y a esto nadie le llama democracia.
En Venezuela todo es político: el acontecer y las personas, la vida y los sentimientos. Aquí no es importante si no se pertenece a un partido partido distinguido. En la actualidad política ya suena a contaminación ambiental.
El autor expone que existen siete plagas. La primera plaga es el individualismo donde se toma de Charles Gibson la explicación, este expone que el individualismo americano radica en una forma política, económica y social de mirar al individuo que lleva a la igualdad de oportunidades y a la conciencia social, mientras que el criterio hispanoamericano al centrarse en la dignidad, el honor y el alma, desalienta la democracia y permite al individuo o a un pequeño grupo de individuos, tomar ventajas sobre otros y explotar más que cambiar a la sociedad. Nuestro individualismo es de encerramiento, de inseguridad, de carencia de información y miedo al abandono y a la competencia. La segunda plaga es el parasitismo donde se caracteriza por el típico mapa de “sálvese quien pueda..” donde se mantiene al importante en el poder mientras los otros esperan que se les reconozca. La tercera plaga: la no cultura del trabajo, donde todos quieren ser mantenidos y realizan todo tipo de excusas solamente para no trabajar o no trabajar el horario completo. La cuarta plaga es la burocracia, esta ha matado la productividad en las empresas del Estado que como son del Estado pertenecen a quienes manejan a su libre entender, creándose unos profesionales que ganan poco y ostentan mucho. La quinta plaga es la justicia mediatizada, que explica como la justicia se ha vuelto un lujo en vez de un servicio como es debido. No existe justicia, ni juez, ni juicio sino más bien mucho desamparo, mucha truculencia y mucha sinvergüenza. La sexta plaga es la culpa, siempre se ha hecho difícil encontrar los responsables o el responsable, ya que la culpa siempre la tiene el otro, pero como el otro no existe esto queda a la deriva. La última plaga es el pensamiento marginal; la marginalidad es una manera de pensar y de existir del venezolano, haciéndonos estar muy lejos de donde queremos estar.

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